Cuando pensamos en la
Comunidad ¿en qué pensamos? En lo que hay en común. Nos retrotraemos a lo que tenemos en común:
nacimos en el mismo lugar, tenemos la misma cultura, similares rasgos
fenotípicos. En fin, tenemos algo en común que nos une, que nos contiene, que nos
da identidad.
Bajo esta consideración nos hemos construido como comunidad. Pero todo lo que hemos construido puede ser deconstruible, pero -como señala Darío Sztajnszrajber- eso exige un ejercicio político. Para abordar esta reflexión retoma la propuesta del filósofo italiano Roberto Esposito, quien propone deconstruir la comunidad, no basándose lo común sino en la hospitalidad.
Si nos construimos como comunidad bajo el principio de lo que nos une, siempre asumiremos al otro como un sujeto con déficit, carente de lo que nosotros somos. Es decir, como subalterno, salvaje, proveniente de culturas inferiores.
Desde este marco interpretativo en que se fundamenta la comunidad, las barreras respecto al diferente no se derriban. Son sujetos a los cuales debemos tolerar, mas no necesariamente reconocer, integrar a la comunidad. Por ejemplo, Francia constituyó su política migratoria basada en la asimilación, lo cual supone apostar por la homogenización de la sociedad. Se es francés en la medida en que asumes la cultura francesa, te integras, abandonas tu cultura (velo árabe, hiyab). Tienes que resignificar tu existencia, es decir, resignificar tus prácticas y habitus en el ABC de la comunidad dominante.
En este sentido, la diversidad étnica, “racial” y cultural se concibe como un problema que amenaza la integridad y cohesión social de la cultura dominante.
Por oposición, el modelo inglés también concibe la diversidad como un problema, pero lo aborda desde una política multicultural, que ha desencadenado en la guetificación de la sociedad. Bajo el principio de respeto a las culturas, traducido en “ustedes vivan en su comunidad”, en tanto respeten nuestras normas básicas de comportamiento social, la ciudad termina por configurarse en una estructura guetificada: comunidad india, árabe, china, turca, etc. Sin que existan sólidos puentes de integración, de valorar la diversidad, de interés por el otro. Se tolera al otro, pero no se propugna por relaciones igualitarias, emergen el concepto de minoría para legitimar una cultura dominante.
La propuesta de Esposito es construirnos como comunidad no en la búsqueda de lo que nos une, sino en la posibilidad de una convivencia que potencie nuestras diferencias. En la ansiedad de buscar lo que nos une, se pierde la diferencia. Se pierde lo que más rico, lo rico de lo humano es su diferencia: ¿cómo pensar lo propio, lo humano desde la diferencia, no desde lo común?
Esposito apuesta por la construcción de la comunidad basada en la hospitalidad: esto supone la gratuidad, el deber de priorizar al otro, prioridad del otro sobre el yo. Al priorizar al otro, su fragilidad, me entrego a su necesidad.
Hoy se invita a reflexionar sobre la interculturalidad en procura de deconstruir la multiculturalidad como ya hemos reflexionado en otra entrada del blog.
BIBLIOGRAFIA
Esposito, Roberto (2012). Inmunidad, comunidad, biopolítica. Las Torres de Lucca Nº 1 (julio-diciembre 2012): 101-114 Istituto Italiano di Scienze Umane, Italia. Traducción: Daniel Lesmes.
Sztajnszrajber, Darío. La comunidad. En: https://www.youtube.com/watch?v=qFYJAqxzQtE
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