"Mestizaje", óleo de Juan Rodríguez Juárez (1720) |
Las políticas de seguridad de mano dura en Honduras fueron introducidas en 2002, para lo cual se modificó el Código Penal. Aumentaron las sentencias por posesión, consumo y producción de drogas ilícitas, y la penalización de la pertenencia a pandillas y a las llamadas “maras”. Igualmente, se eliminaron poderes discrecionales que poseían los jueces sobre la prisión preventiva. La intención era combatir el crimen y la violencia mediante el encarcelamiento de “criminales y delincuentes”. La población carcelaria creció en más del 80% entre los años noventa y 2014. Jóvenes, en su mayoría analfabetos o con poco acceso a la educación, habitaron las prisiones.
Gutiérrez (2018) analiza la relación entre raza y control del crimen en Honduras. Su hipótesis de trabajo es que en dicho país se tiende a encerrar de manera mayoritaria a jóvenes masculinos en desventaja social y económica los cuales son percibidos como racialmente inferiores. Las construcciones raciales del “otro” en América Latina han sido moldeadas por la experiencia colonial. Retomando a Wade (2008) Gutiérrez señala que el proceso colonial transformó la noción original de “raza” que había surgido en Europa Occidental en el siglo XIV, y que empezó a basarse en los aspectos físicos de las personas.
El autor señala que el concepto de “raza” está invisibilizado en los informes y censos de prisiones de Honduras. La mayoría de la población penitenciaria es considerada a sí misma “mestiza” –mezcla entre indígena y europea-. No obstante, es una categoría racial, ni neutra ni monolítica, en la medida en que está construida sobre la base de diferencias raciales entre los mestizos, percibidas entre ellos y por la sociedad en general. Las distinciones se basan en aspectos como el tono de la piel y/o rasgos físicos parecidos a algún grupo racial minoritario. Esta ideología construida alrededor de los tonos de la piel, conocida como “colorismo” (Hunter, 2007), se fundamenta en una jerarquía social y económica que tiende a ubicar en la base de la pirámide social a las personas con tonos de piel más oscuros.
Buena parte de los presos hondureños se consideran a sí mismos mestizos, pero casi todos poseen piel oscura o rasgos físicos que los acercan a los grupos indígenas o a los descendientes africanos. Según el autor, esto sugiere que los grupos ubicados en la base de la pirámide social y económica están sobrerrepresentados en las cárceles hondureñas. Además, los reos hondureños perciben que determinados tonos de piel pueden generar ciertos privilegios dentro de la prisión.
En este sentido, es importante avanzar en estudios empíricos para entender el tema de la “raza” y el encarcelamiento en América Latina. Para lo cual es necesario ampliar la noción de “raza” para incluir categorías que han sido poco estudiadas como es el mestizaje.
BIBLIOGRAFÍA
Gutiérrez Rivera, Lirio (2018), Analizando el papel de la idea de “raza” en las políticas de control de crimen y el sistema penitenciario en Honduras. En: Nuñez, Daniel (editor), Rostros de la violencia en Centroamérica, USAID, MERCY CORPS, FLACSO.
Hunter, Margaret (2007). The Persistent Problem of Colorism: Skin Tone, Status, and Inequality. Sociology Compass, Vol. 1, No. 1: 237-254.
Wade, Peter (2008). “Race in America”. En: A Companion to Latin American Anthropology, Deborah Poole (ed.): 177-192. Oxford: Blackwell Publishing.
No hay comentarios:
Publicar un comentario