(2020), nos detendremos en los efectos de la financiarización en los sistemas de protección social, en las finanzas públicas y en las subjetividades.
La financiarización en el ámbito de la política pública ha tenido su expresión en los sistemas de protección social (por ejemplo salud, educación o pensiones) y en las organizaciones que sustentan estos servicios, tales como universidades y hospitales. Servicios que antes estaban desvinculados de la provisión de los mercados, son traducidos a la lógica de los activos de inversión y rentabilidad.
En términos de los autores, la desregulación entendida como “re-regulación intencionada” supuso políticas de privatización, externalización de actividades, beneficios fiscales para titulares de pensiones privadas y esquemas de préstamos para estudiantes, entre otras. Todo ello soportado sobre discursos sobre la gobernanza como es la teoría de la Nueva Gestión Pública (Spicer, 2007), que posiciona el ámbito de lo privado como el espacio de eficiencia y rendimiento. En este sentido, la financiarización ha supuesto un conjunto de valores hegemónicos avalados no sólo desde el campo económico o mediático sino académico.
Igualmente, la financiarización ha contribuido a redefinir las finanzas públicas. La creciente acumulación de deuda pública, traducida en el “estado de la deuda”, expresa el aumento progresivo de ésta desde la década de 1980 en las democracias capitalistas ricas. El desarrollo de los mercados de deuda pública y de los instrumentos de deuda buscando liquidez ha sido la estrategia de los estados para financiar el déficit público, apoyados en políticas de desregulación e innovación financiera. La crisis de la deuda pública de países como Portugal, Italia, Grecia y España, es atribuible principalmente a la estructura institucional y tecnológica de estos mercados, lo que permitió a los inversores especular con diferentes tipos de riesgos soberanos (Massó, 2020: 7).
Por último, resultado de la creciente expansión de las finanzas de mercados y de mayor presencia de intermediarios financieros -entidades no bancarias-, la financiarización se presenta como una oportunidad de negocio para los individuos, que abarca aspectos de bienes y servicios cotidianos, consumo, vivienda, pensiones y seguros.
Mediáticamente se anima a los sujetos a internalizar un discurso que posiciona la financiarización como una oportunidad para el consumo y acceso al estatus de inversor y propietario de activos. Las pensiones se convierten en una inversión y la compra directa suele ser penalizada si no no va atada a un crédito con una financiera, a un seguro y a una serie de servicios postventa, como es el caso de la compra de un vehículo o una vivienda.
El riesgo es presentado como una oportunidad para acceder a los mercados financieros, es el medio para hacer frente a futuros de vulnerabilidad ante una posible enfermedad, desempleo duradero o falta de fondos para la jubilación. Promovido también por las políticas sociales y públicas que transfieren la responsabilidad de la provisión de la protección social del Estado a los individuos, en lo que Martín (2002) denomina “financiarización de la vida cotidiana”.
BIBLIOGRAFÍA
Martin, R. (2002) Financialization of daily life. Philadelphia: Temple University Press.
Massó, M., M. Davis and N. Abalde. (2020) “The problematic conceptualization of financialisation: differentiating causes, consequences and socio economic actors’ financialised behaviour”. Revista Internacional de Sociología 78(4):e169. https://doi.org/10.3989/ris.2020.78.4.m20.001
Spicer, M. (2007) “Politics and the Limits of a Science of Governance: some reflections on the thought of Bernard Crick”. Public Administration Review. 67(4):768-779.
Spicer, M. (2007) “Politics and the Limits of a Science of Governance: some reflections on the thought of Bernard Crick”. Public Administration Review. 67(4):768-779.
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