La política es el espacio de los fines, es allí donde se construyen colectivamente los proyectos sociales y políticos deseables para una sociedad en un momento histórico determinado. Es, en últimas, el espacio de construcción y validación de las ideologías que en la esfera material o en la del trabajo filtran las estrategias tanto de los empresarios como de los trabajadores; la política y sus instituciones proveen a éstos de representaciones mutuas y, de alguna manera, de comportamientos sociales esperables, elementos de gran importancia para el despliegue de las estrategias. Las acciones gubernamentales, de los partidos políticos, de los grupos sociales, configuran el ámbito de lo político porque ejercen una influencia importante en la institucionalización de los sistemas nacionales de relaciones industriales (López, 2003).
Este ámbito debería ganar cada vez más fuerza en las reflexiones de los estudiosos de las relaciones laborales, pues la propuesta neoliberal es liberar progresivamente la “economía” de todo control político –el significado principal del término “economía” es “el área de lo no político”– (Bauman, 1999, 90). Como señala Offe (1990), esta ha despojado a los trabajadores de las protecciones que les brindaban las instituciones reguladoras, entre ellas las estatales, que en su momento sirvieron para incorporar la fuerza de trabajo al mercado de trabajo, constituir la clase obrera y regular el proceso de proletarización. El estudio de Valero, Moisá y Celis (2018) ubica el futuro del trabajo en Colombia en la relación que se establece en la historia reciente entre situación del trabajo, política económica, conflicto armado y proceso de paz. Señalan cómo las relaciones laborales se configurado en un espacio en donde la política no ha logrado institucionalizar y legitimar la acción sindical, quedando expuestos los trabajadores y sus representantes a la violencia sistemática que ha atravesado el país desde la segunda mitad del siglo pasado. Lo ilustran las permanentes amenazas, homicidios, desplazamientos forzados, hostigamientos, desapariciones, torturas y secuestros a los que han sido y siguen siendo sometidos los sindicalistas colombianos en los últimos cuarenta años (ver cuadro Nº1).
Este proceso ha dado paso al fortalecimiento de los Pactos Colectivos, figura jurídica que parte de la identidad de intereses entre capital y trabajo, despojada del conflicto estructural existente. Es decir, organizaciones creadas por la dirección de la empresa que entra a disputar el espacio de representación a los sindicatos o como estrategia preventiva para evitar el surgimiento de los mismos. Organizaciones sin mayor autonomía, ampliamente tuteladas por la dirección empresarial cuyos representantes ejercen de manera simultánea el rol de representación de los trabajadores. Estrategia que favorece el paralelismo sindical a la vez que resta la potencialidad para convocar paros (ver cuadro siguiente).
La débil institucionalización de las organizaciones sindicales tiene expresión en un entramado legal manifestado en el poder del gobierno para disolver un sindicato y en las trabas administrativas para la creación de los mismos. Entre 2002 y 2007 fueron rechazadas 491 iniciativas de trabajadores tendientes a la creación de un sindicato (Valero et al, 2018: 175). Es así como la tasa de sindicalización en 2010 no superaba el 4,9% de los trabajadores.
Igualmente, emergen los contratos sindicales, aquellos celebrados entre uno o varios sindicatos de trabajadores y uno o varios empleadores o sindicatos patronales con el fin de realizar la prestación de servicios o la ejecución de una obra por medio de sus afiliados. Esta figura jurídica contribuye aún más a desdibujar el papel de los sindicatos y a debilitarlos.
Los investigadores muestran también cómo las políticas neoliberales han quebrantado el débil entramado industrial acompañado de políticas de flexibilización del trabajo que han ido borrando del mapa los pocos derechos en cuanto a estabilidad laboral y regulación del trabajo que hasta la década del ochenta caracterizaban las relaciones laborales de un puñado de empresas grandes y medianas.
Es evidente que los intereses de las y los trabajadoras/es deben contar con representación en el campo de la política, cristalizada en estrategias distantes del orden neoliberal y de legislaciones que coloquen talanqueras a la flexibilidad laboral, la desregulación del trabajo y la privatización de los servicios de salud. Este es uno de los campos (además del propiamente empresarial) en donde las organizaciones sindicales deben apostar para legitimarse como actores válidos de negociación no sólo en el campo de la empresa sino de la sociedad en su conjunto, para dejar de estar expuestos a la violencia, la cual, a pesar del proceso de paz, acampa sin mayor control por parte del Estado, cuando no auspiciada por éste.
BIBLIOGRAFÍA
Bauman, Z. 1999. En busca de la política. Argentina: Fondo de Cultura Económica de Argentina, S.A.
López, Carmen Marina, El enfoque de las opciones estratégicas de los actores en el estudio de las relaciones laborales. INNOVAR, revista de ciencias administrativas y sociales. No. 21, julio - diciembre de 2003.
Offe, C. 1990. Contradicciones del Estado de bienestar. Madrid: Alianza Editorial.
Valero, E., Moisá, L. y Celis, J.C. 2018. El futuro del trabajo en Colombia. En: En Revista Trabajo, Año 10, nº15, Enero- Junio, OIT, Plaza y Valdez Editores.
Buenos días. Es interesante un artículo que reflexione sobre el futuro del trabajo, pero la verdad que es a la vez complejo de entender. Porque el trabajo es un concepto de múltiples formas de presentarse y por lo regular cuando se habla del trabajo los intelectuales se enfocan en el trabajo industrial o en la manufactura o se entiende básicamente como un empleo. Una mirada más amplia del trabajo nos llevaría a defender el trabajo como parte de una sociedad más democrática en la cual las pequeñas unidades productivas, que contienen trabajo individual, colectivo, familiar, comunitario y autogestionario serían la base también de la autonomía nacional y la garantía no solo de la seguridad y soberanía alimentaria, sino de la producción de bienes y servicios en una sociedad articulada y coordinada alrededor de beneficios colectivos, sin burócratas ni corruptos.
ResponderEliminarDe otro lado, contrario a lo que se afirma en este artículo, yo creo que la política si se ha articulado al trabajo, al menos es lo que se puede ver en algunos países como E.U., Canadá, Ecuador y Colombia, por ejemplo. El control que la política hace del salario a través de regular el salario mínimo, jornadas laborales, pensiones, auxilios de transporte, etc. todo eso es regulación laboral. Obviamente la política no es neutral como a veces trata de plantearla Bauman, la política la hace una clase dominante, cuando no hay una fuerte sociedad civil constituida por pequeñas organizaciones que logre proponer alternativas más allá de los intereses de la clase dominante. Amén. Muchas gracias por leer esto y espero le cree tensiones y reflexiones. Muchas gracias a los creadores de este blog por permitirme escribirlo.
Hola LUcho Guillop, gracias por tus comentarios a la página. Quisiéramos detenernos en el concepto de Política, para ello te remitimos a dos entradas que hemos realizado previamente sobre "El concepto de economía según Polayi" y "La economía vs la política según Meda"; tal vez el aparente desacuerdo radica en la conceptualización de la política, entendida ésta como el espacio de los fines.
EliminarEn próximas entradas procuraremos adentrarnos en las problemáticas del trabajo que propones. Un saludo