No es menos violenta que la violencia explícita en la medida en que es una forma de retener indefinidamente al otro (Acosta, 2013). Tanto los dominados como los dominantes comparten determinadas formas de percepción y valoración, que se traducen en disposiciones prácticas de adhesión y sumisión, sin pasar por la deliberación y la decisión. Es decir, no son actos de conciencia intencionales, de ahí su invisibilidad. Por ello, el reto es hacer visible la relación de dominación, existente en todos los espacios en que transitan cotidianamente y socialmente los sujetos.
Bourdieu lo ilustra a través de sus vivencias en el entorno intelectual parisino. Hay que recordar su extracción de familia de provincia y de origen campesino. Violencia vivenciada de forma contundente, casi física, pero sin la capacidad para responder de manera frontal frente a ella, y que se expresaba en cómo él tenía que “reprimir su acento sureño y sus maneras provincianas y algo rústicas en este universo dominado por el culto al estilo “brillante”, al esteticismo radical –también en política- y a la desenvoltura mundana” (Vázquez, García, 2002:22-21).
Como se observa, la particularidad de la violencia simbólica es su capacidad de lograr el consentimiento de aquellos sobre los que se ejerce. Se erige sobre la base del capital simbólico, que tiene la fuerza de hacer pasar como natural la desigual distribución de capital. Por ello, quienes poseen mayor capital simbólico tienen mayor poder para imponer su visión del mundo, universalizándola e instaurándola como lo “normal”, como lo válido, desacreditando todo aquello que no entre en esa visión o la cuestione.
También se ejerce violencia simbólica con las políticas asimilacionistas en torno a la migración, basadas el desconocimiento de la otredad del diferente, desestimando la posibilidad de aprendizaje y/o enriquecimiento, dando sólo cabida a la reducción del otro a través de su negación y avergonzamiento. En una entrevista realizada a una mujer migrante nos relataba cómo su hija había manifestado que “nunca había pensado que su papá fuese tan feo”. Lo había descubierto con la asimilación de la belleza o estética “blanca”, distante de la indígena, propia de su padre y de ella misma.
Bourdieu devela la violencia en espacios como la escuela y el campo científico, este último como espacio de creación y recreación de verdad, de clasificación de los sujetos. La escuela define quiénes son los inteligentes, los brillantes a través de su autoridad pedagógica; mientras la ciencia ha construido con sus paradigmas las clasificaciones de raza (blanco/negro) o de género (masculino/femenino), y el campo jurídico ha institucionalizado la clasificación entre nacional/migrante, por ejemplo. Detrás de todas estas clasificaciones anida y se alimenta la violencia simbólica, al construir la percepción y apreciación social de sujetos con déficit, cuando no como anormales. Lo grave de ésto es que la clasificación social normaliza, y en esa medida invisibiliza dicha violencia.
Todo este tipo de violencia se nutre de las creencias sociales, de lo que se asume como natural. El proceso de socialización construye estos esquemas de percepción y apreciación, base en que se sustenta la violencia simbólica.
La clasificación social, normalmente binaria, modela sujetos, forja habitus. Sin embargo, queda abierta la posibilidad de cambio, la cual debe pasar por el contra-adiestramiento de los cuerpos, de las disposiciones, de los habitus. En este sentido, es insuficiente la toma de conciencia. El cambio debe pasar por los sujetos, por su socialización, por el derribo de las “verdades”, de las clasificaciones sociales que han legitimado la dominación y que han esculpido y esculpen cotidianamente los cuerpos y sus subjetividades.
BIBLIOGRAFÍA
Acosta, Lucia, 2013, Violencia simbólica: una estimación crítico-feminista del pensamiento de Pierre Bourdieu. Tesis doctoral, Universidad de la Laguna, España.
Bourdieu, Pierre, 1999, Meditaciones pascalianas. Barcelona, Anagrama, Colección Argumentos, 1999. (Original: Méditations pascaliennes. París, Éditions du Seuil, 1997).
Vázquez García, Francisco, 2002, Pierre Bourdieu. La sociología como crítica de la razón. Barcelona, Montesinos.
Excelente.
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