lunes, 30 de noviembre de 2020

CONSECUENCIAS DEL MARKETING POLÍTICO

Un cartel de Barack Obama
El marketing político puede definirse como la actividad
encaminada a implementar acciones con fines políticos, ya sea en favor de partidos, grupos de opinión, colectivos, empresas, etc. Uno de sus primeros campos de actuación fueron las campañas electorales, aunque su uso se ha ido extendiendo más allá de las mismas.

El uso y la extensión del marketing político entraña algunos inconvenientes para la democracia. Sánchez Murillo se refiere al riesgo de personalización de la política, la crisis de credibilidad y representación de los partidos políticos, la disminución del debate de ideas y programas de gobierno, o incluso la posibilidad de una reconfiguración de la legitimidad de acuerdo a una visión particular de los actores políticos (2005).

La cuestión de la personalización de la política es desarrollada por Axford y Huggins, en referencia a que el marketing político ha ido convirtiendo a los políticos (y no los partidos) en los principales actores de la batalla, dependiendo cada vez menos de las estructuras organizativas y cada vez más de expertos en la materia (2002).

En general, podría decirse que esta nueva praxis de la política convierte lo político en un mercado. A lo señalado anteriormente, iremos añadiendo a en futuras entradas del blog otras consecuencias del auge del marketing político, tales como la espiral de moderación o las aparentemente contradictorias acciones encaminadas a fortalecer opciones rivales que pueden debilitar a contrincantes más directos.

BIBLIOGRAFÍA

Axford, B. y Huggins, R. (2002) Political marketing and Aestheticism of Politics: Modern Politics and Postmodern Trends. En N. J. O’Shaughnessy, S. C. M. Hennerberg (eds.), The Idea of Political Marketing, London: Praeger.

Sánchez Murillo, L.F. (2005) El marketing político y sus consecuencias para la democracia. En: Nueva época, Núm. 4, julio-diciembre, pp 11-38.

lunes, 23 de noviembre de 2020

PEDALADA A PEDALADA: TALLER SOCIAL DE BICICLETAS

Taller social Alcalá de Henares
Pensar en urbanismo y medio ambiente nos lleva a
colocar la bicicleta (bici) no sólo como medio de transporte sino como propuesta ambiental, organizativa y de lucha social. Esta es la apuesta del Taller Social de Bicicletas de Alcalá de Henares.

El Taller emerge desde la sociedad civil, en el marco de la Asociación Pedalada a Pedalada. Como un espacio de lucha social por una sociedad y ciudad diversa, respetuosa del medio ambiente. Su objetivo principal es hacer del uso de la bici una necesidad individual, familiar y social. Es repensar el vínculo entre sociedad y medio ambiente, entre ciudad y medio de transporte, entre ciudad y diseño urbanístico y, fundamentalmente, entre ciudad y encuentro con el otro. 

En este sentido, las actividades que desarrollan van más allá de un taller de bicis. Si bien, allí podrás donar tu bici, adquirir una bici usada de forma gratuita, reparar y aprender cómo cuidar de ella; también es un espacio de integración comunitario que busca visibilizar e impulsar movimientos asociativos y vecinales en pos de la construcción de una sociedad participativa, solidaria, que lucha por la defensa de sus derechos y la preservación del medio ambiente, que apuesta a “sumar para cambiar”. 

Puedes contactar con ellos también a través de su página de Facebook.

Nos interesa el sentido colectivo del concepto de taller social, en contraposición del mercado, que convierte a la bicicleta en un objeto de consumo. Además, creemos que este proyecto puede ser replicado a nivel global en muchos espacios urbanos, tanto pequeños como grandes.

lunes, 16 de noviembre de 2020

INTELECTUALES ORGÁNICOS EN GRAMSCI

Imagen del autor
Antonio Gramsci
Antonio Gramsci (1891-1937) desarrolló desde una
perspectiva marxista el concepto de bloque histórico para establecer la relación dialéctica que se constituye entre la estructura socioeconómica y la superestructura político-ideológica; esta última está conformada por la sociedad civil y la sociedad política, y muestra los posibles desequilibrios que subyacen en el interior del bloque histórico. Destaca los elementos ideológicos y culturales para el logro de la hegemonía y la comprensión de los cambios sociales.

La armonía de este conjunto de elementos se alcanza gracias al rol que juegan los intelectuales orgánicos de la sociedad, quienes proponen y materializan la concepción de mundo de la clase dominante. Ellos son los ideólogos del proyecto político, capaces de elaborarlo, difundirlo y legitimarlo, de ahí que cumplen un papel estratégico en el espacio de la superestructura. La hegemonía cultural se alcanza con el control de las instituciones religiosas, educativas y de los medios de comunicación, entre otras. 

Por ejemplo, el capitalismo ha contado desde el siglo pasado, en la esfera económica, con intelectuales orgánicos como Hayek y Friedman defensores a ultranza del neoliberalismo. Desde el campo académico, en la cuna del capital cultural y simbólico estadounidense, el neoliberalismo se erigió en proyecto político que abarcó el campo económico y social. Proyecto defensor a ultranza del mercado en desmedro del papel del Estado como ente regulador y redistribuidor de la riqueza. Este proyecto económico-político sigue siendo abanderado por los intelectuales orgánicos de las clases dominantes a nivel global, sin generar mayor crisis del bloque hegemónico, a pesar de las continuas crisis que ha sufrido el sistema capitalista en los últimos cincuenta años. 

Por un lado, los intelectuales orgánicos asumen los roles de organizadores y administradores en todos los campos (económico, social, político, cultural y religioso); cuya tarea es mantener el vínculo decisivo entre estructura y superestructura en el bloque histórico. Por otro, articulan su trabajo a los grupos sociales, con miras a generar unidad discursiva y conciencia de su propia función como sujetos políticos. 

Cada sector tiene sus propios intelectuales. En la sociedad política (burocracia civil y militar, técnicos, políticos, entre otros). Y en la sociedad civil (trabajadores, técnicos, supervisores, sindicalistas, sacerdotes, educadores, gestores culturales y de los medios de comunicación, periodistas, etc.). 

Gramsci destaca  el papel de los grandes intelectuales, tanto en la esfera internacional como nacional, cuyo objetivo es generar homogeneidad ideológica (discursiva y estratégica) a la masa de los intelectuales de los distintos niveles. Lo interesante de la propuesta gramsciana es, por un lado, el papel político que se otorga a los diversos tipos de intelectuales, es decir, tanto a aquellos que cumplen funciones organizativas y conectivas como a aquellos cuya tarea está más orientada a la creación discursiva. Por otro, es el descubrimiento de que este carácter político tiende a convertir la “masa” de los intelectuales en un “bloque” orgánicamente ligado al poder estatal ( Giglioli, 1996). No obstante, su propuesta no abandona su carácter jerárquico, sin que la participación de las bases en la construcción discursiva sea uno de sus fundamentos. 

No obstante, Gramsci hace un llamado a todos los intelectuales de todos los sectores de la sociedad civil y política a proponer un contra-discurso que impregne también el sistema educativo y los medios de comunicación para quebrantar la hegemonía cultural dominante sobre las clases sometidas. 

Se distancia, entre otros aspectos, de la propuesta marxista al no considerar que la crisis del bloque hegemónico sea necesariamente empujada por las transformaciones a nivel de la estructura, destaca los aspectos ideológicos, culturales, ese decir, el espacio de la superestructura. La disputa por la hegemonía cultural, abanderada por los intelectuales orgánicos, puede desencadenar luchas en la sociedad civil con expresión en la sociedad política y originar transformaciones sociales, es decir, crisis del bloque histórico. O, en sentido inverso, la no hegemonía ideológica por parte de los dominados puede mantener el bloque histórico a pesar de sus crisis internas y transformaciones en la esfera de la estructura. 


BIBLIOGRAFÍA 

Giglioli, Giovanna, 1996, los intelectuales orgánicos en la teoría de Eramsci. Recuperado de: https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/reflexiones/article/view/10907

Gramsci, A. (1967). La formación de los intelectuales Ciudad de México: Grijalbo. 

Lugo, Armando, 2020, La crisis hegemónica del modelo neoliberal. Un análisis desde los postulados de Antonio Gramsci. Universidad Distrital, Bogotá.

lunes, 9 de noviembre de 2020

¿QUÉ ES VIOLENCIA SIMBÓLICA?

En esta oportunidad quisiéramos referirnos a la violencia simbólica, aquella que transita en la vida social de manera enmascarada, desapercibida, sutil. No es una violencia física, que sería socialmente cuestionada, sino aquella que se esculpe lentamente en los cuerpos y en la subjetividades a través de nuestros hábitos y prácticas, de ahí su manera difusa de percepción y de transformación.

No es menos violenta que la violencia explícita en la medida en que es una forma de retener indefinidamente al otro (Acosta, 2013). Tanto los dominados como los dominantes comparten determinadas formas de percepción y valoración, que se traducen en disposiciones prácticas de adhesión y sumisión, sin pasar por la deliberación y la decisión. Es decir, no son actos de conciencia intencionales, de ahí su invisibilidad. Por ello, el reto es hacer visible la relación de dominación, existente en todos los espacios en que transitan cotidianamente y socialmente los sujetos. 

Bourdieu lo ilustra a través de sus vivencias en el entorno intelectual parisino. Hay que recordar su extracción de familia de provincia y de origen campesino. Violencia vivenciada de forma contundente, casi física, pero sin la capacidad para responder de manera frontal frente a ella, y que se expresaba en cómo él tenía que “reprimir su acento sureño y sus maneras provincianas y algo rústicas en este universo dominado por el culto al estilo “brillante”, al esteticismo radical –también en política- y a la desenvoltura mundana” (Vázquez, García, 2002:22-21). 

Como se observa, la particularidad de la violencia simbólica es su capacidad de lograr el consentimiento de aquellos sobre los que se ejerce. Se erige sobre la base del capital simbólico, que tiene la fuerza de hacer pasar como natural la desigual distribución de capital. Por ello, quienes poseen mayor capital simbólico tienen mayor poder para imponer su visión del mundo, universalizándola e instaurándola como lo “normal”, como lo válido, desacreditando todo aquello que no entre en esa visión o la cuestione. 

También se ejerce violencia simbólica con las políticas asimilacionistas en torno a la migración, basadas el desconocimiento de la otredad del diferente, desestimando la posibilidad de aprendizaje y/o enriquecimiento, dando sólo cabida a la reducción del otro a través de su negación y avergonzamiento. En una entrevista realizada a una mujer migrante nos relataba cómo su hija había manifestado que “nunca había pensado que su papá fuese tan feo”. Lo había descubierto con la asimilación de la belleza o estética “blanca”, distante de la indígena, propia de su padre y de ella misma. 

Bourdieu devela la violencia en espacios como la escuela y el campo científico, este último como espacio de creación y recreación de verdad, de clasificación de los sujetos. La escuela define quiénes son los inteligentes, los brillantes a través de su autoridad pedagógica; mientras la ciencia ha construido con sus paradigmas las clasificaciones de raza (blanco/negro) o de género (masculino/femenino), y el campo jurídico ha institucionalizado la clasificación entre nacional/migrante, por ejemplo. Detrás de todas estas clasificaciones anida y se alimenta la violencia simbólica, al construir la percepción y apreciación social de sujetos con déficit, cuando no como anormales. Lo grave de ésto es que la clasificación social normaliza, y en esa medida invisibiliza dicha violencia. 

Todo este tipo de violencia se nutre de las creencias sociales, de lo que se asume como natural. El proceso de socialización construye estos esquemas de percepción y apreciación, base en que se sustenta la violencia simbólica. 

La clasificación social, normalmente binaria, modela sujetos, forja habitus. Sin embargo, queda abierta la posibilidad de cambio, la cual debe pasar por el contra-adiestramiento de los cuerpos, de las disposiciones, de los habitus. En este sentido, es insuficiente la toma de conciencia. El cambio debe pasar por los sujetos, por su socialización, por el derribo de las “verdades”, de las clasificaciones sociales que han legitimado la dominación y que han esculpido y esculpen cotidianamente los cuerpos y sus subjetividades. 


BIBLIOGRAFÍA 

Acosta, Lucia, 2013, Violencia simbólica: una estimación crítico-feminista del pensamiento de Pierre Bourdieu. Tesis doctoral, Universidad de la Laguna, España. 

Bourdieu, Pierre, 1999, Meditaciones pascalianas. Barcelona, Anagrama, Colección Argumentos, 1999. (Original: Méditations pascaliennes. París, Éditions du Seuil, 1997). 

Vázquez García, Francisco, 2002, Pierre Bourdieu. La sociología como crítica de la razón. Barcelona, Montesinos.

lunes, 2 de noviembre de 2020

GRUPOS DE TRABAJO CLACSO NOVIEMBRE 2020

Agenda de CLACSO
El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(CLACSO) realizará este mes de noviembre, con carácter abierto, libre y gratuito más de 50 actividades y convocatorias. Podéis ver la relación completa y seguirlas online.

En dicha convocatoria encontramos una gran variedad de problemas y áreas de conocimiento dentro de las ciencias sociales. Para muchas de ellas, ha habido un largo proceso de evaluación de ponencias y artículos.

Hojeando las actividades, llama la atención la actualidad de muchas de las propuestas, en las que la pandemia aparece vinculada a un gran número de las mismas. Bajo nuestro punto de vista, estos grupos de trabajo de CLACSO acercan el conocimiento a la comunidad científica y a las personas interesadas de una manera muy oportuna.