domingo, 10 de mayo de 2020

¿QUIÉN RECUERDA HOY A CLEMENT ATTLEE?

El líder del proyecto laborista de 1945
Clement Attlee, primer ministro 
británico 1945-1951

“Nuestro deseo era no volver nunca a la Gran Bretaña de 1930. Eso nunca más. En la que todo estaba diseñado por y para los ricos" (Julian Tudor Hart, médico británico de 1945). 


Terminada la Segunda Guerra Mundial en Europa, las tropas británicas regresaban al país. Una sensación de júbilo dominaba el ambiente. Pero este sentimiento no se quedó en el nacionalismo que imaginaríamos hoy. Se conjugó con el deseo colectivo de no repetir la situación de pobreza y desigualdad de los años 30. Todos compartían que aquella situación fue el desencadenante de la guerra tan terrible que acababa de finalizar. 



En una entrada anterior nos referíamos a “El espíritu del 45” (2013), la película de Ken Loach que revive ese momento histórico y lo que sucedió después. El sentimiento de mejorar la sociedad en su conjunto se plasmó en la elección del laborista Clement Attlee como primer ministro. Contando con Harold Wilson como ministro de salud y vivienda, se creó un sistema sanitario público, gratuito y universal, como antesala de un fuerte estado del bienestar que planteaba la igualdad de toda la ciudadanía en el ejercicio del derecho a la salud, dando pasos en el desarrollo de una medicina preventiva. Se nacionalizaron medios de producción, transporte, energía y agua. Se desarrolló un fuerte programa de reconstrucción del país que giró en torno a la vivienda pública. 


En un momento histórico en el que los más optimistas plantean las lecciones que la humanidad puede obtener de esta epidemia del coronavirus, recordamos el espíritu del 45. ¿Ha sido Clement Attlee lo suficientemente recordado? ¿Pensamos en aquel momento y en las décadas posteriores cuando nos referimos a las utopías que se hicieron realidad en Europa Occidental? 

En aquellos años los británicos hicieron autocrítica. Nos llama la atención el concepto de burocracias privadas, que se refería al gasto innecesario en duplicación de servicios esenciales en manos privadas. Y también el recuerdo de una clase trabajadora unida en torno a un proyecto más solidario que identitario. 

Casi se nos había olvidado. Gracias, Ken Loach.

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