Recuerdo la
visita de los Príncipes de Asturias a Colombia, en Mayo de 2009. En su agenda
se alternaban visitas a proyectos de cooperación y reuniones con empresarios locales y
directivos de multinacionales españolas.
Esta semana he
leído un artículo que, aunque periodístico, me parece digno de lo que llamamos
sociología necesaria. Una sociología que, más allá de las convenciones, trata
de desenmascarar o de cuestionar permanentemente las prácticas de las
instituciones y los actores sociales. Escrito en el diario “Público” por David
Bollero, define una estrategia de neocolonización ligada a las políticas de
cooperación de los gobiernos occidentales. Se señala que "el Gobierno no
asigna los fondos en función de las necesidades del país receptor, sino de los
intereses comerciales de España".
Las implicaciones
de esta definición de neocolonialismo afectan a la importancia de la
financiación en los programas de cooperación. Sin ella, muchas veces no habría
programas, pero depender de ella implica el riesgo de cambiar el objeto de las
intervenciones: de los usuarios a los mercados.
El artículo
refiere también la actuación de agencias de cooperación como USAID (Agencia de
los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) en relación con la
intervención norteamericana en la política de Latinoamérica con organizaciones
como la CIA. Un juego de intereses políticos, pero también económicos, en el
que la cooperación puede inscribirse.
Otro tema
interesante planteado por el artículo es la oposición entre militancia y
profesionalización en el ejercicio de la cooperación, en línea con la oposición
entre estado y sociedad civil como ejecutores de la cooperación. Se defiende la
militancia y la sociedad civil para eludir las consecuencias indeseadas del
neocolonialismo y el asistencialismo,
del que hablábamos en una entrada anterior.
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