Desde este marco analítico, el racismo está incrustado en el funcionamiento de la sociedad, hace parte de los habitus y prácticas de los sujetos sin que haya necesariamente conciencia sobre ello.
Por su parte, Van Dijk define el racismo institucional como “las prácticas discursivas organizadas de las élites, como en el caso de los debates en el parlamento, las noticias que aparecen en la prensa, el documento burocrático y lenguaje de la administración nacional o local, o los libros de texto en la escuela y en la universidad”. Centra el análisis en los discursos de las élites (políticas educativas, mediáticas y empresariales) los cuales contribuyen a la producción y reproducción de discursos racistas, discriminatorios que enfatizan en un “otro” (inferior) y un “nosotros” (superior).
Recientemente el racismo institucional es definido como una serie de políticas, procedimientos y prácticas que dificultan alcanzar posiciones de igualdad entre colectivos diversos. Sus dimensiones, según Aguilar son:
“1) los discursos de los representantes institucionales y la utilización pública y con fines electorales de los discursos xenófobos, en particular de los discursos de “preferencia nacional” (pensemos, por ejemplo, en los mensajes que trasmiten una idea de conflicto y competencia desleal entre trabajadores migrantes y nacionales); 2) las conductas discriminatorias de los funcionarios que representan la Ley y el Estado (policía, funcionarios de extranjería, militares, etc.); 3) las medidas, regulaciones, leyes y decretos que limitan los derechos sociales, políticos, económicos y culturales de las personas según su lugar de nacimiento, “raza”, “etnia”; y 4) el culturalismo y etnocentrismo que estructuran las políticas sociales y orientan la intervención social de los profesionales que trabajan en contextos multiculturales en el ámbito social, sanitario y educativo” (Aguilar, 2014: 133).
Urge investigar, preguntarnos como se produce y mantiene el racismo institucional. Tomar consciencia no sólo de los discursos de las élites, sino de nuestros propios discursos que de manera inconsciente están plagados de racismo; racismo histórico que es transversal, en menor o mayor medida, a todos los colectivos, el cual orienta nuestra forma de valorar, sentir y actuar frente a un “otro”, un otro construido como un inferior.
Por su transversalidad y forma de naturalizar el racismo, es importante hablar y tomar posición sobre el racismo institucional, el cual combina una dimensión sociopolítica que define el racismo en términos de dominación étnica implementada y reproducida por la discriminación diaria y las ideologías racistas, las cuales cada vez adquieren más fuerza a través de partidos xenófobos, bajo el silencio cómplice de las élites e instituciones.
BIBLIOGRAFÍA
Aguilar, María José Aguilar y Buraschi, Daniel. 2012. Prejuicio, etnocentrismo y racismo institucional en las políticas sociales y los profesionales de los servicios sociales que trabajan con personas migrantes. VII Congreso de Migraciones Internacionales en España, Bilbao.
Aguilar, M. J. 2014. Racismo institucional. En A. Ortega y L. Heredia (eds). Diccionario de la extranjería. Madrid. LID.
Carmichael, Stokely y Hamilton, Charles, (1967), Black Power, New York: Vintage.
Van Dijk, Teun. Discurso de las élites y racismo institucional. En:
www.discursos.org/oldarticles/Discurso%20de%20las%20elites.pdf
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