Berelson fue uno de los precursores del análisis de contenido. Otros fueron Bourbon (1892), Loebel (1903), Markov (1912) e, incluso, Weber (1910). Lo definió (1952) como “una técnica de investigación para la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa del contenido manifiesto de la comunicación”.
Según esta definición, el análisis de contenido debe someterse a unas reglas, como son: la objetividad, que se refiere al empleo de procedimientos que puedan ser utilizados por otros investigadores de modo que los resultados obtenidos sean susceptibles de verificación; la sistematización, que hace referencia a pautas ordenadas que abarquen el total del contenido observado; la reproductividad de todo instrumento de investigación científica, es decir, que las reglas que lo gobiernen sean explicitas (objetivas) y aplicables a todas las unidades de análisis (sistemáticas); la cuantificación, que es la necesidad de que cualquier resultado de investigación pueda cifrarse numéricamente; y la necesidad de que el contenido sea manifiesto, es decir, que la codificación de los datos de análisis de contenido sea intersubjetivamente verificable y fiable.
El surgimiento, en los 60s, del análisis de contenido mediante computador, renovó esta corriente. Algunas formas de análisis de contenido pueden ser:
• El análisis de contenido temático: que sólo considera la presencia de términos o conceptos, con independencia de las relaciones surgidas entre ellos. Las técnicas más utilizadas son las listas de frecuencias, la identificación y clasificación temática, y la búsqueda de palabras en contexto.
• El análisis de contenido semántico, que define cierta estructura significativa de relación y considera todas las ocurrencias que concuerden con dicha estructura. El análisis semántico pretende ante todo estudiar las relaciones entre temas tratados en un texto. Para ello se han de definir los patrones de relaciones que se tomarán en cuenta, como por ejemplo, “expresiones de posición favorables a tal o cual decisión”.
• El análisis de contenido de redes: que se centra en la ubicación relativa de ciertos componentes. Se pueden realizar análisis complejos a partir de matrices semánticas, teniendo en cuenta el tipo de relaciones entre los términos, conceptos o temas. Así por ejemplo, existen algunos trabajos que han construido secuencias de relaciones de causa-efecto (donde es posible calcular el “peso” propio de cada causa en relación a todas las otras).
El análisis de contenido, considerando la época de su nacimiento, puede ser visto como el intento positivista de sistematizar y cuantificar el trabajo cualitativo que se ha venido desarrollando desde la Antigua Grecia.
El problema de la representatividad de la investigación cualitativa supone un punto crítico en el momento histórico actual, junto con las acusaciones de seudo-ciencia. En ese contexto, se produce un crecimiento de la tradición de análisis de contenido.
Dentro de esta corriente, se puede distinguir la llamada escuela de “Análisis de contenido cualitativo” (Ulich, Hausser y Mayring, 1985), que llegó a plantearse la necesidad de analizar el contenido latente y el contexto social que lo produce. Este hecho muestra que el psicoanálisis o el análisis de discurso han podido ser una influencia para el análisis de contenido, lo que demuestra la importancia de éstas en los últimos años.
¡Interesante!
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