Una finca de cultivo de manzanos |
Aunque la mayoría de las campañas de ahorro de agua van dirigidas a los ciudadanos particulares, entre el 60 y el 70% del consumo de agua en España se lo apunta la agricultura.
Entre 2015 y 2017, en España ha aumentado un 2,6% la superficie dedicada a la agricultura de regadío (Encuesta de Superficies y Rendimientos de los Cultivos, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación). Por ello, se hace cada vez más necesario implementar innovaciones no sólo en lo que respecta a la eficiencia de los sistemas de riego, sino en cuanto al tipo de cultivos que se siembran.
Romper la inercia de los años es un reto difícil para los productores y para los gestores de la agricultura y el medio ambiente. En ese sentido, difundir la experiencia de algunos agricultores innovadores puede ser clave. Ilustramos esta reflexión con un caso ubicado a orillas del Río Duero, en la comarca de la Tierra del Vino, entre Zamora y Valladolid. Superficies dedicadas tradicionalmente a la remolacha, el girasol, el maíz, la alfalfa o la patata, entre otros cultivos.
Como publica el diario El Norte de Castilla, dos agricultores de la zona decidieron comenzar a cultivar manzanas, incorporando técnicas ya utilizadas en Lérida. Se trata de un cultivo que aporta un menor gasto de agua y, a la vez, mayores beneficios por hectárea así como una mayor generación de empleo.
Pero entendemos que la responsabilidad en estos procesos no debe caer sólo en manos de los campesinos. Los poderes públicos deben invertir recursos para aportar las garantías y los conocimientos que se requieren para abordar estos cambios.
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