Cuando realizamos una encuesta o sondeo de voto, obtenemos unos datos “brutos” que llamamos intención directa de voto. Este dato se obtiene computando el porcentaje de votos de cada partido, tal y como lo señalan las personas entrevistadas. Esa intención directa de voto incluye también el porcentaje de las personas que no saben qué van a votar, además de los que señalan que van a abstenerse o a votar nulo.
Pero, casi siempre, las encuestas tratan de ir más allá de ese dato. Intentan obtener una fotografía de lo que sucedería si las elecciones se celebraran en el momento de recogida de la información. Y para aproximarse a ese pronóstico, deben cocinar los datos.
En ese proceso, las empresas encuestadoras realizan dos tareas fundamentales:
1. Hacer una estimación del voto de esas personas que han señalado “No sabe”, los también llamados indecisos.
2. Considerar la influencia del llamado voto oculto.
Para realizar la primera tarea, las firmas encuestadoras utilizan unas variables que también recogen en la misma encuesta y que constituyen lo que llamamos el recuerdo de voto. A las personas entrevistadas se les pregunta, además de a quién van a votar, a qué formaciones votaron en elecciones recientes. De esa manera, se puede aproximar la procedencia política de esos electores y, sobre todo, qué evolución han seguido últimamente. A partir de ello, se imputa el voto de algunos o todos los indecisos.
La segunda tarea tiene que ver con el voto oculto, que hace referencia a un porcentaje de personas que mienten en las encuestas (bien en la afirmación de cuál será su voto, bien en el recuerdo de su voto anterior). No sólo pueden señalar que votaron una opción diferente, sino también que se abstuvieron cuando sí votaron, o al revés. Dado que cada elección tiene un contexto diferente, es difícil estimar el peso de este voto oculto. Pero, a partir de esa estimación las empresas aplican un correctivo a los datos.
Los últimos sondeos de intención de voto en España tienen una dificultad añadida para el pronóstico. Una formación política (Podemos) de reciente creación (Enero de 2014) está experimentando un fuerte crecimiento y, para las firmas encuestadoras es difícil cocinar el dato pues no hay un recuerdo de voto en elecciones generales (Podemos no existía); y, adicionalmente, es alta la proporción de entrevistados/as que señalan haber votado por esta formación en las elecciones celebradas en 2011, lo que puede suponer una forma de voto oculto.
Pero, casi siempre, las encuestas tratan de ir más allá de ese dato. Intentan obtener una fotografía de lo que sucedería si las elecciones se celebraran en el momento de recogida de la información. Y para aproximarse a ese pronóstico, deben cocinar los datos.
En ese proceso, las empresas encuestadoras realizan dos tareas fundamentales:
1. Hacer una estimación del voto de esas personas que han señalado “No sabe”, los también llamados indecisos.
2. Considerar la influencia del llamado voto oculto.
Para realizar la primera tarea, las firmas encuestadoras utilizan unas variables que también recogen en la misma encuesta y que constituyen lo que llamamos el recuerdo de voto. A las personas entrevistadas se les pregunta, además de a quién van a votar, a qué formaciones votaron en elecciones recientes. De esa manera, se puede aproximar la procedencia política de esos electores y, sobre todo, qué evolución han seguido últimamente. A partir de ello, se imputa el voto de algunos o todos los indecisos.
La segunda tarea tiene que ver con el voto oculto, que hace referencia a un porcentaje de personas que mienten en las encuestas (bien en la afirmación de cuál será su voto, bien en el recuerdo de su voto anterior). No sólo pueden señalar que votaron una opción diferente, sino también que se abstuvieron cuando sí votaron, o al revés. Dado que cada elección tiene un contexto diferente, es difícil estimar el peso de este voto oculto. Pero, a partir de esa estimación las empresas aplican un correctivo a los datos.
Los últimos sondeos de intención de voto en España tienen una dificultad añadida para el pronóstico. Una formación política (Podemos) de reciente creación (Enero de 2014) está experimentando un fuerte crecimiento y, para las firmas encuestadoras es difícil cocinar el dato pues no hay un recuerdo de voto en elecciones generales (Podemos no existía); y, adicionalmente, es alta la proporción de entrevistados/as que señalan haber votado por esta formación en las elecciones celebradas en 2011, lo que puede suponer una forma de voto oculto.
esta muy buena esta, existen muchas recetas faciles que poder aprender rapido
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