La precarización de los becarios precariza los sectores |
En una entrada anterior, nos
referíamos a un estudio realizado en Colombia en el que se veía una tendencia
hacia la creciente profesionalización de la figura de los becarios, cuyo desempeño giraba cada vez más hacia el trabajo real y menos hacia el aprendizaje.
García y Arasanz (2019) ilustran el
caso de las prácticas y becas de trabajo adelantadas por los periodistas en
España. Posiblemente, esta situación no
es ajena al campo del periodismo del mundo actual, en donde los trabajadores
antiguos han sido expulsados “voluntariamente” de los puestos dando paso a la
llegada de los becarios y de estudiantes en práctica.
La crisis dejó tras de sí un nuevo
modelo sostenido por mano de obra precarizada, basado en la estratificación
salarial en cuya cima se sostiene el periodista estrella. Lo que empezó como una
situación temporal de utilización de las prácticas y de las becas para
sustituir a los periodistas en periodos vacacionales o para cubrir un puesto de
trabajo con una remuneración menor se ha consolidado como una estrategia empresarial
silenciada e invisibilizada por el poder mediático.
En tanto las prácticas académicas
están mediadas por un convenio con las universidades y están dentro de un
itinerario formativo de grados y másteres, la beca formativa es una figura dirigida
a egresados de la universidad con la que se supone que dan otro paso en su
formación para ejercer la profesión.
Según los estudiosos, un becario puede
tener la misma productividad y responsabilidad que un periodista (García de
Madariaga y Meda, 2008: 72). Pero sus ingresos no ascienden a más allá de la
mitad de un salario mínimo o, incluso, pueden trabajar de manera gratuita
durante tres, seis, nueve meses o incluso años. No obstante, la illusio de la experiencia, la illusio de la carrera interna se desvanecen
con su sustitución permanentemente por otro becario o estudiante en prácticas.
…
“el 73% de los periodistas inicia su actividad laboral antes de finalizar la
carrera bajo la extraña y confusa figura del becario” (Ortega, 2007:2). A esto
hay que añadir que gran parte de estos recién titulados —el 92% en 2016, según la
Asociación de la Prensa de Madrid (APM, 2016: 28)— realizan prácticas mientras realizan
sus estudios” (García y Arasanz, 2019: 50).
Como señala Albarracín: emerge un “un nuevo
itinerario de la fuerza de trabajo en torno a un recorrido salarial empleo-formación-
empleo (en lugar del recorrido de la doctrina Beveridge: empleo-desempleo- empleo),
en el que la fuerza de trabajo consume mayor tiempo de la vida para adaptarse
al cambiante sistema industrial” (Albarracín, 2003: 203, citado por García y
Arasanz, 2019:53). La illusio de la
adquisición de experiencia lleva a apostar por ingresar al mercado de trabajo
en situaciones altamente precarias, naturalizándose como el paso necesario para
acceder al mismo. Esta ha sido la moneda de cambio dada por el campo académico
para garantizar su vínculo con el campo económico, con el mundo
empresarial. El sistema de grados del
Plan Bolonia instituyó como obligatorias las prácticas, sin establecer sistemas
serios de tutorías por parte del profesorado, en tanto que desde los campos
político y sindical no se avanza de manera suficiente en la regularización de las
condiciones de trabajo de este colectivo. Todo transcurre bajo el silencio cómplice
de las instituciones académicas y mediáticas, pero sobre todo de los
estudiantes y jóvenes egresados, quienes las palabras organizarse o luchar por
sus derechos les son ajenas. Su illusio es considerar esta situación
como transitoria, como un paso necesario a la consolidación de una carrera profesional. Sin embargo, los datos no apuntan a ello, el
paro registrado entre los periodistas en 2017 superó en un 57% al registrado en
2008 (García y Arasanz, 2019: 52).
BIBLIOGRAFÍA
García Madariaga, J. M., Arasanz
Esteban, I. (2019) “Aprendices explotados: Precarización del trabajo periodístico a través de
una lógica abusiva de becas y prácticas”. Cuadernos de Relaciones Laborales, 37(1), 49-66.
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