Partiendo de J. Linz y A. Stepan (1996), Maurio Romero utiliza el concepto de comunidad política para analizar el problema de violencia en Colombia. La define como “el conjunto reconocido de competidores por el poder, a los cuales se acepta como legítima su aspiración para dirigir el aparato estatal en los distintos ámbitos” (2003, p. 113).
En el caso colombiano, la composición de la comunidad política está en disputa ahora más que nunca, cuando hay un esfuerzo importante por parte del gobierno y de la guerrilla por llegar a la paz, lo que supondría el ingreso de dirigentes y algunos militantes de la guerrilla a dicha comunidad. Hasta el momento, ésta está integrada básicamente por los partidos históricos, los cuales se han ido mimetizando en una diversidad de grupos, a la cual se suman de manera minoritaria fuerzas de izquierda.
Hasta el momento no es clara la disposición de fuerzas tradicionalmente opuestas a la integración de los grupos guerrilleros a la comunidad política, en la medida en que aún son considerados como “indeseables” y “extraños” a dicho campo político; por lo cual se pone en duda la capacidad para ser considerados como sujetos de derechos. Este es uno de los grandes retos de la negociación de paz, en la medida en que expone a los “indeseables” al despliegue de poder y abuso de autoridad por parte de grupos que están, incluso, por fuera de la comunidad política. Por eso no basta que su participación sea reconocida e institucionalizada, es necesario que sea considerada legítima por grupos importantes que están tanto en el campo legal como ilegal, para evitar de esta manera que se repita el exterminio de toda una fuerza política como sucedió con la Unión Patriótica (UP), a principios de la década del noventa.
Salvando las distancias, para el caso de España, aunque Podemos haga parte de la comunidad política, hay todavía fuerzas que no ven legítimo que dicha formación forme parte del gobierno a pesar de haber sido elegida democráticamente por el 20% de los votantes españoles. Los partidos tradicionales niegan a esta nueva fuerza política el derecho a gobernar ante el miedo a perder no sólo el poder sino las prácticas y habitus de ejercicio del mismo que han caracterizado la política española en los últimos años.
BIBLIOGRAFÍA
Romero, Mauricio, 2003, Paramilitares y autodefensas, Bogotá: IEPRI.
Linz, Juan, J. y Stepan, Alfred, 1996, Problems of Democratic Transition and Consolidation. Southern Europe, South America, and Post- Commmunist Europe, John Hopkins University Press.
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